Actualmente la mayoría de cursos de formación se centran en contenidos teóricos y fórmulas “magistrales” que presuponemos que los alumnos aprenderán y que, por arte de magia, sabrán aplicar con efectividad en su día a día. Esta práctica dista mucho de la realidad y frecuentemente nos encontramos que los alumnos no han aprendido a utilizar las herramientas que les han dado. En este artículo os proponemos algunos puntos importantes para lograr que lo aprendido por los alumnos en el curso de formación lo trasladen a su día a día en el trabajo, mejorando su motivación y resultados.

 

1. Explicar los beneficios del aprendizaje

Para asegurarnos de que el aprendizaje se realiza satisfactoriamente, es también imprescindible explicar los beneficios que conlleva aplicar los conocimientos asimilados durante el contenido del curso. Además, también conviene resaltar los resultados que se podrán obtener y el pequeño esfuerzo necesario que conlleva.

2. Cercanía: Hablar un mismo lenguaje

Es importante que el contenido de la formación y el aprendizaje esté estrechamente vinculado a la formación previa de los participantes, su rutina y dificultades en su trabajo. Por ello, al transmitir la información, conviene relacionarlo a la realidad profesional del alumno. En este sentido es importante que el formador se informe previamente de las particularidades de sus alumnos, qué sector trabajan, qué dificultades encuentran, etc. Por ello conviene diseñar ejercicios ajustados a la realidad del día a día de los participantes (por ejemplo, a la hora de enseñar nuevos contenidos, se pueden utilizar ejemplos del área al que pertenecen los profesionales, diseñar ejercicios que reflejen el día a día de los profesionales, etc)

3. Conseguir implicación por parte de los alumnos en la formación

Es muy importante que el formador consiga que los alumnos participen activamente en la formación teórica. De esta forma también se consolidará el aprendizaje. Existen muchas maneras de hacerlo: animando a los alumnos a que presenten parte del contenido, explicando casos prácticos, analizando aspectos técnicos de los contenidos, etc. Además es primordial que los alumnos reflexiones sobre los contendidos para facilitar su asimilación.  La mejor forma de conseguirlo es realizando preguntas. Por ejemplo, ¿cómo aplicar lo que hemos aprendido en la última hora? Así se consolida el aprendizaje, se consigue interés por parte de los alumnos, y se amplía, de forma amena, los contenidos a tratar durante el curso.

4. Practicar lo aprendido

Las personas recuerdan mejor lo que experimentan por sí mismas que los contenidos teóricos que aprenden. No basta con transmitir el conocimiento: hay que ponerlo en práctica. Por ello, conviene acotar los contenidos, y no tratar de abarcarlo todo. Los resultados del aprendizaje serán mejores si en lugar de ampliar la información, se dedica tiempo a poner en práctica las técnicas aprendidas. Para ello son muy útiles las sesiones de role-play en las que el alumno pone en práctica lo aprendido y analiza el nivel de asimilación del curso.

Pero esto es sólo un primer paso, lo fundamental es que los alumnos lo lleven a cabo fuera del aula. Para comprometer a los alumnos en este aspecto es necesario, primeramente, que la práctica en el aula quede consolidada, y segundo, transmitir confianza y motivación a los alumnos para que puedan llevarlo a cabo fuera del aula.

5. Realice seguimientos periódicos

 

Por últimos, es importante clarificar a los alumnos quién va a realizar el seguimiento de lo aprendido (formador, mando intermedio, departamento de RRHH,, etc). El objetivo del seguimiento no debe enfocarse sólo en el hecho de que el alumno realice una mala praxis de lo aprendido, sino en proporcionar un feedback constante que asegure la mejora continua del alumno.